LO QUE EL OJO NO VÉ

Es muy fácil seguir hablando sobre el deporte femenino y el daño que, supuestamente, hacemos las mujeres trans deportistas a él. Sobre todo, es fácil cuando cogemos los estudios y las opiniones que nos interesan, escuchamos a deportistas transexuales con una total condescendencia como sino fuéramos lo suficientemente adultas para saber lo que es hacer deporte después de pasar por los tratamientos que hemos pasado. A fin de cuentas, es un poco lo de siempre, yo tengo una opinión y cojo los argumentos de quienes me interesa, dejando los que no a un lado porque, si digo algo de eso, igual empiezo a tener menos razón de la que quiero tener. Bonito galimatías, ¿no?

Según la organización mundial de la salud, las personas transexuales somos entre el 0,3 y el 0,5% de las personas que hay en el mundo (Bueno, ahora que todo el mundo puede serlo tengo mis dudas…) si contamos con que, según un estudio de la misma OMS de 2020 el 42,1% de las personas en el mundo se declaran ACTIVAS físicamente, habría que ser muy burra para decir que las mujeres transexuales vamos a colonizar el deporte femenino. ¿Alguien puede pensar que un porcentaje que, a lo mejor, no llega ni al 0,1% de mujeres transexuales podría llegar a quitar a las mujeres de los primeros puestos del deporte profesional en el mundo? Pues sí, obviamente, hay muchas personas que así lo piensan, pero no seré yo la que les quite la razón porque ya lo han hecho los números…

Bien, una vez llegamos a este lugar, toca reflexionar de forma objetiva amparándonos en un caso concreto que, últimamente, está dando muchísima guerra, el de la nadadora transexual Lia Thomas. Analicemos este caso porque tiene miga, esta persona, en 2019 ya competía a alto nivel (estar entre los primeros 600 atletas del ranking universitario en un país como Estados Unidos, es algo que muchas personas sueñan), no dejó de entrenar a ese nivel mientras empezaba su proceso de hormonación y no tengo el dato sobre si dejó o no de competir, el caso es que, un año después de comenzar ese proceso, empezaba a competir en categoría femenina, prácticamente, paseándose por la piscina y arrasando en las competiciones de principio a fin (la última “derrotada” fue la subcampeona Olímpica Emma Weyant a la que arrasó por más de un segundo). Esto es un caso muy distinto a muchos otros:

  1. Porque Lia Thomas, prácticamente no ha pasado por el mismo proceso que el resto.
  2. Porque está muy claro que parte con una ventaja física no solo con mujeres que no son transexuales sino con otras que pudieran haber hecho un proceso largo de transición incluso dejando la competición.

Esto es un problema muy serio que hace que se nos ponga en tela de juicio a todas y cada una de las deportistas transexuales que estamos compitiendo en la actualidad, muchas que no es que no ganen (ganemos) sino que ni siquiera sueñan (soñamos) con acercarse a los puestos de arriba en ninguna clasificación del deporte de élite. No solo eso, sino que, además, demuestra a las claras que cada caso debería de ser investigado por separado antes de permitir competir a alto nivel a ninguna deportista transexual (cosa que no digo solo yo sino más de un médico experto en medicina deportiva). Hay circunstancias que pueden hacer que esa ventaja exista como en el caso de Lia Thomas en las que confluyen varias circunstancias que llevo años diciendo que nunca deberían de darse para poder competir, cosa que deja aún más claro el absurdo de la nueva ley trans que se está promoviendo en España y podría dejar desprotegidas a las deportistas de élite ante jetas que se intenten aprovechar de ella.

El hecho de que pueda haber casos flagrantes como este no implica que se puedan decir sandeces del tipo: “que compitan tod@s en la categoría trans” o “sino hay ningún problema en que los hombres trans compitan con hombres, pero las mujeres trans no pueden competir con mujeres” …yo, es que, leyendo estas cosas llego a preguntarme ¿la gente piensa antes de escribir o escupe el veneno por la boca sin pensar en lo que está diciendo? Es increíble que, incluso después del ridículo que hizo mucha gente con el caso de Laurel Hubbard, si, esa mujer transexual que iba a unas olimpiadas a pasearse y ganar el oro pero que, al final, no levanto ni el peso suficiente para optar a ellas, pues nada, después de eso siguen diciendo las mismas barbaridades…bueno, de hecho, ahora el problema ya es que estuviera en los JJOO porque eso implica que le quitó el puesto a otra mujer, en fin…para mear y no echar gota…

Bueno, vamos a analizar un poco la primera frase, esa tan manida de “que compitan tod@s en categoría trans”. Una frase muy poco afortunada, primero porque pide que se margine aún más a un colectivo que ya, de por sí, lo está. Segundo porque atendiendo a los numero que mostraba al principio de este articulo sería casi imposible poder hacer dos categorías (hombre trans y mujer trans) más que nada porque no habría gente suficiente y, por último, porque las leyes de muchos países (entre ellas España y no me refiero a el esperpento de ley trans que quieren aprobar) no podrían aceptarlo, como ejemplo, os dejo lo que dice la española:

“Artículo 5. Efectos.


1. La resolución que acuerde la rectificación de la
mención registral del sexo tendrá efectos constitutivos a
partir de su inscripción en el Registro Civil.


2. La rectificación registral permitirá a la persona ejer-
cer todos los derechos inherentes a su nueva condición.


3. El cambio de sexo y nombre acordado no alterará
la titularidad de los derechos y obligaciones jurídicas que
pudieran corresponder a la persona con anterioridad a la
inscripción del cambio registral.”

Dicho esto, pasamos a la manida frase nº2 que es una que sola se podría definir “sino hay ningún problema en que los hombres trans compitan con hombres, pero las mujeres trans no pueden competir con mujeres” ¿os imagináis? O sea, una parte tiene derecho a hacer algo y la otra no, vamos como cuando los negros no podían hacer ciertas cosas y los blancos si, exactamente lo mismo, vivimos en un mundo en el que somos constitucionalistas para lo que queremos, pero se nos olvida que hay algo más que nuestro hocico ahí delante y, es que, yo creo que está frase realmente no se tiene en pie por sí misma.

Al final, lo científico nos importa si nos beneficia, las marcas nos importan si vemos una injusticia y la democracia solo si nos da la razón porque es muy fácil ver lo que queremos ver pero analizar es más complicado, si analizásemos, nos daríamos cuenta de que hay más soluciones que coger a la mitad de un colectivo (no olvidemos que los hombres transexuales también existen, aunque ellos no molesten, están y merecen la misma visibilidad…no solo cuando salen diciendo que van a tener hijos propios, porque pueden hacer eso y también deporte, trabajar, etc.…aunque a veces penséis que no existen…) y prohibirles algo tan básico como el deporte sin analizar en profundidad más que los casos problemáticos. Es muy importante lo que podemos ver, pero, en muchas ocasiones, y como nos dimos cuenta quienes veíamos aquel programa que analizaba los entresijos de cada jornada de liga, es más importante LO QUE EL OJO NO VÉ…

Utzi iruzkina